A mediados de la década de lso años treinto del siglo pasado, la sociedad Kawasaki Kököki Kögyö K. K. se había convertido en especialista en motores con los cilindros dispuestos en ‘V’ al igual que el principal constructor de células adaptadas a su empleo, gracias al trabajo ralizado por el doctor Richard Vogt. Kawasaki había adquirido esta reputación importando y luego fabricando bajo licencia este tipo de motores, especialmente los motores alemanes de la marca B.M.W. y estaba convencida de que este tipo de motor era el órgano esencial para un avión de caza ideal. Los representantes de la firma no cesaban de repetir en los medios aeronáuticos y gubernamentales que este tipo de motor ofrecía el máximo de potencia contra un mínimo de resistencia aerodinámica, y que disponían del excelente motor alemán Daimler-Benz DB 601A y que no había que olvidar que los mejores cazas internacionales de la época estaban dotados con un motor de cilindros en ‘V’.
Este último argumento no dejó insensible al Koku Hombu –Jefatura del Aire japonesa– a pesar de su preferencia por los motores de cilindros en estrella. Se mantuvieron numerosas reuniones con las autoridades con el fin de debatir sobre estos temas y tomar eventualmente una decisión. A finales de 1939, con el fin de adquirir una nueva experiencia se tomó la decisión–no exenta de numerosas discusiones, en lo referente a la formula a adoptar–. En efecto, el motor de cilindros en ‘V’ era un poco más pesado y de mayor potencia que uno similar en estrella, por lo que algunos miembros del Koku Hombu afirman que sería mejor aprovecharse de esta potencia para producir un caza pesado.